La pedofilia como parafilia amoral.

Pongámonos en frente de muchos jóvenes adultos de diferentes edades, clases sociales y lugares

de origen. Digámosles que las parafilias son aquellos deseos sexuales por objetos, personas o

situaciones atípicas. Un claro y más cercano ejemplo: el sadomasoquismo. La mayoría de ellos se

reirá, estarán familiarizados con el término, y, aún mejor, algunos se sentirán identificados.

Ahora, retrocedamos en el tiempo y digámosles que, según la RAE, es desviación sexual, y una de

las tres parafilias más vistas en la práctica clínica es la pedofilia. Ninguno se reirá, lo más probable

es que se sientan indignados y asqueados al pensar en esa clase de persona que se atreve si quiera

a desear a los niños de esa manera. Por supuesto, cualquiera que se sienta identificado no soltará

ni la más mínima expresión, solo podrá escuchar la condena de los demás.


La verdad ante esto, es que ambas declaraciones indican lo mismo. Se considera desviación sexual

a toda conducta de este ámbito que requiere situaciones atípicas, sin necesariamente considerarlo

algo negativo, y tanto el sadomasoquismo como la pedofilia, son las parafilias más reconocidas de

esta inclinación. Ambas reacciones tan disparejas nos lleva a analizar cuán poco conscientes

estamos de esta pequeña realidad social que vive una minoría –mas no menos importante-

alrededor del mundo.


Mientras relacionamos el sadomasoquismo con la diversión y una parte del sexo que tal vez sea

anecdótica al experimentar, por otro lado, la atracción por los niños es un tema que no debería

tomarse a la ligera, y mucho menos, como un juego. Debido a ello se hallan muchísimos casos de

abusos sexuales infantiles, de los cuales se estima que un 60% de los perpetradores son personas

conocidas y/o cercanas a los niños, sin necesariamente ser sus familiares. 30% de ellos son

miembros de la familia y, aproximadamente 10% son extraños para los infantes. Hoy en día,

también, se habla de 3.000 casos cometidos en la Iglesia Católica y solo 20% de estos han tenido

indicios que permitieran abrir un proceso penal o administrativo.


Pero, ¿qué hay de aquellos que han decidido por voluntad propia no llevar a cabo sus fantasías e

instintos sexuales? ¿Deben ser socialmente condenados? ¿Estigmatizados? ‘Pedófilos virtuosos’ es

un grupo de ayuda mutua entre personas que padecen esta parafilia pero que a la misma vez

condenan realizar cualquier acto inmoral contra un niño. Con este foro buscan evitar el

aislamiento que deben sufrir debido al rechazo que estos deseos provocan en la sociedad. Muchos

buscan tratamiento psicológico –mayormente fallido-, mientras que otros descartan esta opción

por miedo a verse involucrado con la ley. Como diría Margo Kaplan en su artículo ‘Pedofilia: Un

trastorno, no un crimen’, la pedofilia es un status, mas no un acto, y es esto de lo que debemos

estar muy conscientes a la hora de realizar una condena social.


Hablamos de la gran ausencia de la intervención de la psicología en postura de defensa ante estos

casos, que deben ser severamente estudiados para encontrar ciertos patrones que desarrollan

estas personas y hallar una manera de poder brindarles ayuda para lidiar con este estilo de vida, y

puedan llevar una buena, productiva y sobretodo, dentro de la ley. Existen muchísimas más parafilias

tales como el exhibicionismo, la bestiafilia (mantener relaciones sexuales con animales), la zoofilia

(actuar como uno), la necrofilia, o incluso el voyeurismo; pero aquí hablamos específicamente de

la pedofilia como una parafilia amoral, porque es un hecho que la sociedad descarta, sin analizar

detenidamente, que nosotros como personas no podemos simplemente escoger qué desear, mas

si podemos elegir cómo actuar.

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