Mis líneas favoritas.


Su brazo izquierdo es mi favorito. Lo tomo, lo toco, lo acaricio… En él se encuentran aquellas líneas rectas y profundas, desconozco sus orígenes pero, ahí permanecen. Por alguna extraña razón, me gustan. Al principio quiso evadirlas de mi mirada, pero luego yo no pude evadir darles cariño.
Sé que no son producto de algo fascinante, de un momento de diversión, o de un accidente, y eso me hace quererlas más, porque hizo a la persona a la cuál aprecio ahora, porque ahora sé que, las personas bellas no salen de perfecciones ni de pasados maravillosos. Salen de aquellos agujeros negros que mucha gente no se acercaría a observar o al menos echar una mirada, ciertas personas que sufrirían vértigo al ponerse a un pie de distancia. Yo me hallé en ese agujero muchas veces, y salir de ellos es algo fascinante, pero a veces uno vuelve a caer sin darse cuenta, y con el tiempo te vas dando cuenta que los años van pasando y te conviertes en una persona fuerte. Él es como salido de aquel agujero al que muchas veces regreso pero también sé que al salir de esos, se hallará ahí afuera para tomar mi mano y no dejarme caer, o a veces para entrar al lugar oscuro para simplemente hacerme desaparecer de ese infierno.

Y tal vez por eso yo lo contemplo y siento que él es la perfección, luego, tomo su mano, inevitablemente viendo sus cicatrices y me doy cuenta, que al fin y al cabo, no es la perfección. Es la imperfección más perfecta que ha podido conocer mi alma. Tantas almas, tanto tiempo y en menos de un par de meses pude conocer una de las tantas almas bellas que rodea este mundo, luego de sufrir y ser feliz por diferentes temporadas, ahora experimento ambos sentires al mismo tiempo de saber que tal vez no me lo merezco, que no lo puedo hacer tan feliz como quisiera, y es dolor… Dolor puro. Pero lo estimo mientras puedo, en cada oportunidad, en cada puerta abierta, en cada visita, en cada habitación, en cada sonrisa, en cada beso, en cada abrazo, en cada sueño, en cada bebida, en cada juego, en cada momento de tensión.

Y es cuando lloro que me doy cuenta de cuánto lo he podido llegar a querer. Cuando mis lágrimas caen por razones ajenas a él, pero es el momento cuanto más necesito sus caricias, sus besos y su amor. Agradezco tener su alma junto a la mía, su corazón chocando con el mío y sus labios acariciando los míos. Y agradezco sus cicatrices por estar ahí, porque es una de las tantas cosas que me unen a él, pero sobre todo, lo que forma su ser, aquel que me hace feliz dentro de mí corazón.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Introducción.

Peruanos: corredores que no caminan.

La pedofilia como parafilia amoral.